Una lucha desigual: agua versus fuego
Por si tuviera poca tarea el agua cada verano la cargamos con una más titánica y difícil al punto que le sobrepasa, en esta lucha como arma es deficiente a todas luces pero es la que tenemos. La ciencia debería ir pensando en un relevo y de hecho hay infinidad de agentes químicos patentados con alto poder ignífugo y también mucho más caros y difíciles de conseguir de momento.
De este enemigo en principio me interesa su derrota y por qué cuesta tanto llegar a ella aquí nos lo explican con detalle. Es duro sí señor pero ser vencidos por él no es una opción, se tiene que apagar sí o sí. En cualquier batalla que se libra contra él según se ve las pérdidas son cuantiosas para la lucha contra él hay que hacer inversiones proporcionadas al daño que queremos evitar y no todas tienen que ir en dólares necesariamente.
Obviamente la primera regla de oro sería no iniciar batalla alguna pero rehuirlo siempre es inviable pues nos guste o no forma parte de nuestra cultura, nuestra cocina y gran parte de nuestra ventaja como especie se la debemos al control precario que sobre él tenemos.
El fuego puede ser como el agua un arma que usar en nuestro beneficio respetando su carácter inestable y dañino y a pesar de ello usarlo a diario para transformar el mundo en el que vivimos.
Llegados a este punto admitida su existencia se hace necesaria una ciencia que estudie su comportamiento para ser capaces de canalizarlo como hacemos con la electricidad o la energía nuclear más o menos que ésta última en ocasiones se nos escapa. La del apagado en mi opinión ha tocado techo y hace aguas por todos lados.
Tal vez la audacia de un iletrado falto de ciencia ofenda a sesudas personalidades muy preparadas que estudian el problema pero esto no me frena. Señores tenemos un problema y debemos mirarnoslo, nuestra sociedad se quema a la par que nuestros bosques, en ellos está nuestro futuro y quiero alguno para mis nietos. Ahora tormenta de ideas pero no todos a la vez, cojo lápiz y papel...reciclado por supuesto.
De este enemigo en principio me interesa su derrota y por qué cuesta tanto llegar a ella aquí nos lo explican con detalle. Es duro sí señor pero ser vencidos por él no es una opción, se tiene que apagar sí o sí. En cualquier batalla que se libra contra él según se ve las pérdidas son cuantiosas para la lucha contra él hay que hacer inversiones proporcionadas al daño que queremos evitar y no todas tienen que ir en dólares necesariamente.
Obviamente la primera regla de oro sería no iniciar batalla alguna pero rehuirlo siempre es inviable pues nos guste o no forma parte de nuestra cultura, nuestra cocina y gran parte de nuestra ventaja como especie se la debemos al control precario que sobre él tenemos.
El fuego puede ser como el agua un arma que usar en nuestro beneficio respetando su carácter inestable y dañino y a pesar de ello usarlo a diario para transformar el mundo en el que vivimos.
Llegados a este punto admitida su existencia se hace necesaria una ciencia que estudie su comportamiento para ser capaces de canalizarlo como hacemos con la electricidad o la energía nuclear más o menos que ésta última en ocasiones se nos escapa. La del apagado en mi opinión ha tocado techo y hace aguas por todos lados.
Tal vez la audacia de un iletrado falto de ciencia ofenda a sesudas personalidades muy preparadas que estudian el problema pero esto no me frena. Señores tenemos un problema y debemos mirarnoslo, nuestra sociedad se quema a la par que nuestros bosques, en ellos está nuestro futuro y quiero alguno para mis nietos. Ahora tormenta de ideas pero no todos a la vez, cojo lápiz y papel...reciclado por supuesto.
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